Que tonto es quedarme sin aliento ante tu presencia,
no das fe de que el latido de mi corazón se torna denso,
inevitable admitir, que al coquetearme tus manos me vuelvo un ingenuo,
bastante imploro y no quiero aceptar,
que me enmarañas en un amor sin consentimiento.
Ilusamente creo poder ignorar este sentimiento,
me demoro y pierdo en una carrera contra el tiempo,
intento negarme al brote de este violento cuestionamiento,
agonizo porque no eres capaz de derramar por mí,
un pequeño beso desatento.
En la fiebre deliro, en el peor estado delirante,
por querer dominar tu atención, sin la infinidad de abismos,
desfallezco, más no retomo la inspiración que me causaba tu fulgor,
simplemente te evaporas de mis manos, como el beso en el último adiós.
Categories: Poemas
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