Jamás pensé aquella mañana
bajo aquel cielo cristalizado,
ese día que desafié a la muerte
y volví con el alma transluciente.
Confundido, y en resaca espiritual,
meditaba mi estancia en aquel lugar,
de pronto volví la vista al frente,
y me sorprendió tu imagen fulminante.
Venias hacia mí,
con la noche en tu melena
y la belleza de un ángel
cegando mi conciencia
pero con una sensación amena.
Aquel hecho mi mente impacto,
vestías una cautivante armonía,
una dupla robada del cielo,
y como arma letal tu simpatía.
Fueron los segundos más lentos,
y por lo menos un instante,
no fui un intruso en tu mirar,
me miraste, por segundos eternos.
Ante el impacto de ángel,
mi respiración disminuyó,
mi mente se desconectó,
y entreabierta mi boca quedó.
Perdí toda fuerza habitable en mí,
no volví a saber de más nada,
me perdí, fui libre en ese instante
y a la vez fui preso del pecado,
al desearte en pensamiento.
Al volver de aquella experiencia,
no quedo más que el recuerdo,
en mi memoria esa fantástica imagen,
la de esa musa con rostro de ángel.
Una prueba más de que la inspiración te puede llegar en cualquier momento, en cualquier lugar, y sobre todo sin esperarlo. A veces llega, por medio de una intempestiva mirada angelical, un torrente de energía que recorre a una gran velocidad todo tu cuerpo, como un impacto de ángel.
Categories: Poemas Poemas de amor
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