Suelo ser lo que algunos llaman efímero,
oculto entre el cuerpo y el alma translúcida.
Se muestra lo que no soy, un ente desposeído,
a bordo de un tren que me lleva a una falacia,
A veces olvido que el tiempo no entiende razones;
prefiero dejarlo pasar, ya volverá, eso espero…
Y mientras dibujo esbozos en el suelo,
planeo una vida sin falsas contemplaciones.
Así, me sumerjo en el silencio que me envuelve,
buscando entre sombras la luz que me redima.
Cada paso en este sendero incierto me devuelve
una fuerza inesperada, una paz que me reanima.
Escucho murmullos de brujas detrás de los espejos,
desatan su llanto incesante, pero no me atemoriza,
como aquel grabado en mi mente que ya no me martiriza,
un pasado rayoteado, que hoy son simples garabatos.
Desviado hacia un universo fracturado,
renazco en mi fragilidad, reinvento mi destino.
Doy brochazos de fe a lo establecido,
logrando trascender un instinto enardecido.
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